onsdag 25 mars 2009

CHILE: Ex preso político presenta polémico libro


Guillermo Rodríguez Morales cuenta en su libro que un médico del hospital penal le informó que presentaba síntomas de envenenamiento por Botulina



Palabras del autor, en presentación del Libro "Destacamento Miliciano José Bordaz"




Quiero, en primer lugar, saludar y agradecer vuestra participación y asistencia, sobretodo tratándose de un día laboral y después de haber pospuesto la fecha inicial del lanzamiento de este cuarto libro que he titulado “Destacamento Miliciano José Bordaz”. Este trabajo ha sido posible gracias al apoyo y esfuerzo de muchas personas: de la editorial “Caballo de Mar” y de sus trabajadores, quienes con pocos recursos han producido un texto bastante barato pensando en los tiempos de crisis que vivimos y para que esté al acceso de quienes tienen menos recursos económicos.Quiero destacar el hermoso trabajo de portada realizado por Jaime Herrera de Impresiones Matisse que trabajó sobre las fotos de nuestros compañeros caídos que ilustran este libro invitándonos a adentrarnos en él.


Agradezco las correcciones al texto realizadas por Jorge Luis Nuñez y Carolina Muñoz quienes lucharon en contra de mis horrores ortográficos, muletillas, entre otros ripios, para entregarles un texto amigable y legible.De igual modo quiero agradecer los consejos y comentarios a los borradores realizados por Chicho Lira, Adriana Goñi, Eduardo Arancibia, Angélica Pizarro, Rita Peña y principalmente por Andrés Bianque que me empujó a escarbar en la memoria extrayendo y mostrando los miedos, rabias, temores, en definitivas las emociones que mueven a los personajes que el texto presenta. Agradezco así mismo, los esfuerzos de numerosos compañeros que están trabajando y aportando en este lanzamiento: a Marcos Aros que nos facilita sus equipos y que maneja el sonido, a los compañeros de los Colectivos CORREPO de Cerro Navia, a los compañeros del Colectivo Conciencia de la Escuela de Medicina, a la Radio Primero de Mayo de la Victoria, a los compañeros del Centro Comunitario 7 de Octubre de la Población San Luis de Maipú, y del Movimiento Popular Guachuneit quienes están realizando diversas tareas en esta actividad.De igual modo un profundo agradecimiento a la Red Solidaria Casa de Miguel que ha apoyado en la difusión de esta actividad, al igual que la red virtual el Charquican que articula Ignacio Puelma, al Taller El Sol y a Toño Cadima quien a pesar de las dificultades por las que está atravesando este importante espacio cultural de la Plaza Brasil, no ha dudado en apoyar esta actividad, a los compañeros del Colectivo de Trabajadores, al periódico popular El Quinto, y en particular el Comité 119 Memoria y Justicia con quien comparto el objetivo central de recuperación de memoria que es también la recuperación del proyecto revolucionario sostenido por quienes pagaron con su vida la lealtad a dicho proyecto y al pueblo.Agradezco el canto comprometido de Subverso y la participación de Pamela Parra en la guitarra.Finalmente agradecer las palabras y comentarios del libro expuestos por Manuel Hidalgo, por Lucia Sepúlveda y por Víctor González, con quienes compartí largo trecho caminando juntos en esos mismos paisajes y escenarios que el libro presenta : como diría el querido hermano rodriguista Juan Ordenes quien ya partió, porque recorrimos esas mismas calles que fueron nuestro lenguaje de guerra.



Compañeras y compañeros:Desde diversos espacios y desde largo tiempo se viene desarrollando una larga batalla por la memoria histórica en oposición a la historia oficial que se ha pretendido escribir sobre las luchas de nuestro pueblo.Recientemente, a propósito de cumplirse cien años de la masacre de la Escuela Santa María de Iquique se desplegaron numerosas iniciativas para que lo sucesos allí ocurridos no cayeran en el olvido. Respecto al periodo de la lucha contra la Dictadura, hitos históricos se han logrado como lo es la recuperación del Centro de Torturas Villa Grimaldi y recientemente y después de una larga lucha la recuperación del Centro de Torturas de Calle Londres. Desde los espacios culturales este rescate de Memoria ha tenido y tiene también diversas expresiones: la recuperación de murales históricos, las impactantes exposiciones de fotografías como “Memorias de la Resistencia” o el hermoso documental que recoge las experiencias de quienes cámara en mano acompañaron y protagonizaron las luchas populares contra la dictadura plasmado en “La Ciudad de los Fotógrafos”. Trabajos en el cine como “Actores Secundarios”, “Golazo en los descuentos” o los realizados por nuestra compañera Carmen Castillo, videos y documentales como el que trabajaba Elena Varela sobre la lucha del pueblo mapuche antes que fuese detenida, obras de teatro como la recuperación y reposición de obras desarrolladas en los campos de concentración.



De igual modo, con la palabra escrita se han venido desarrollando estudios, investigaciones, publicaciones académicas y periodísticas que preguntan, escarban, develan hechos y pormenores de la lucha popular. En este plano existen numerosos trabajos y publicaciones tales como “Compañeros que relata las experiencias de combatientes socialistas el 11 de septiembre, “Fusileros” que recrea el atentado al dictador, “Las Historias que podemos contar”, o el libro de Lucia Sepúlveda “119 de Nosotros” entre otros. “Destacamento Miliciano José Bordaz” es la continuación de una tarea autoimpuesta: relatar la militancia revolucionaria como testimonio y vivencia directa destinada principalmente para aquellas generaciones que hoy luchan y construyen, y que no han podido acceder al relato directo de quienes fuimos protagonistas directos de esta lucha. En este sentido “Destacamento Miliciano José Bordaz” se inscribe en el esfuerzo de varios militantes y combatientes de diversas vertientes que han optado por similar camino.



Me refiero a trabajos como “El gran Rescate” de Ricardo Palma Salamanca, que relata la histórica fuga de presos políticos desde la Cárcel de Alta Seguridad, el importante trabajo “Los que dijeron NO” publicado recientemente por Jorge Magasich y los marinos antigolpistas enfrentados a la sedición de la oficialidad de la Armada, “Neltume” y el relato de los compañeros que sobrevivieron a dicha experiencia guerrillera, o “Piel de Lluvia” de Galvarino Melo compañero internacionalista que recrea episodios de la guerra en un país centroamericano que enfrenta a revolucionarios y a contras.Con toda seguridad, al igual que ocurrió con el libro “De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos” o con intervenciones que me han correspondido en algunos seminarios sobre lucha armada, quienes se pasaron al reformismo y a la conciliación levantarán sus dedos acusadores y sus voces reclamando y pretendiendo que el MIR nunca tuvo una estrategia político-militar de lucha, o intentarán señalar que todo esto ya es pasado y no tiene valor contingente alguno, o que no es el momento político de hacerlo. No importa lo que ellos digan. Más importante es escribir, entre todos nuestra historia, porque si no nuestros hijos y nietos conocerán la historia que los poderosos vienen articulando para matar ahora no los cuerpos físicos y estructuras políticas y militares sino las ideas y la legitimidad de lo que fue y es nuestra lucha.



Finalmente, quiero decir que escribí “Destacamento Miliciano José Bordaz” para que el “Coño” o sea José Bordaz sea conocido por las nuevas generaciones. Escribí el texto, porque me dio la gana de reencontrarme con otro coño: el Coño Villabela, miembro de la CP del MIR, impulsor del retorno clandestino, militante que concurrió a la fundación del MIR con su grupo “Ranquil” y que regresó a luchar siendo asesinado por la CNI junto a varios combatientes en calle Fuenteovejuna.Escribí este texto recordando con orgullo y máximo respeto a Hugo Ratier, a nuestro “José”, argentino-chileno que dirigió personalmente muchas de las acciones combativas de las Fuerzas Centrales del MIR, compañero asesinado en calle Janequeo, en Quinta Normal.Escribí el texto para traer de regreso la historia de “Yamil”, Dagoberto Cortez, nortino, oriundo de Copiapó, miembro del Comité Central del MIR y Jefe Militar de la Resistencia en Santiago quien dirigió diversas acciones y cayó combatiendo contra la represión en 1982.Escribí el texto para compartir con ustedes parte de la historia de “Victoria”, llamada también “Patty”, “La Negra” “Olga”, me refiero a Arcadia Flores Pérez, nortina, estudiante de periodismo que abandonó la carrera para integrarse y concurrir a la fundación y la lucha de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos luchando por saber que había pasado con su hermano. Arcadia luego de estar en la Agrupación de Familiares se clandestinizó y pasó a formar parte de Fuerza Central del MIR participando en diversas acciones para luego trasladarse a las Milicias y caer combatiendo a la represión el 16 de agosto de 1981, sin saber que en las semanas posteriores la represión se ensañaría, asesinando a otros dos familiares.Escribí el texto porque no existe ninguna calle que recuerde a Charles Ramirez “El Beño” modesto poblador de la zona norte de Santiago fundador de las Milicias de la Resistencia Popular, caído en combate mientras protegía a sus compañeros en una acción de recuperación financiera en el Banco El Faro de Apoquindo.Escribí el texto para señalarle a los uniformados que existió un puñado de soldados, marinos y aviadores que no aceptaron ser asesinos del pueblo y se sumaron a la Resistencia, entre ellos el destacado jefe operativo Ernesto Zúñiga, ex marino que fue asesinado en una emboscada en Pudahuel, como es el caso también de Carlos Rene Díaz Cáceres nuestro querido Pecho de buque o el de Enrique Reyes, aviador que eligió estar en las filas del pueblo, que retornó clandestinamente para incorporarse a la lucha y que fue asesinado también en una emboscada por los agentes del CNI.En fin, faltaría espacio y tiempo en este evento para recordar tantos nombres como el de Lucia Vergara asesinada en Fuenteovejuna junto con Sergio Peña, de Cecilio asesinado en otra emboscada, de Juan Trujillo que cayó combatiendo y protegiendo el repliegue de otros compañeros, de Jaime Ramírez, “el Yetti” dirigente sindical de la Contramet que asumió la jefatura de Fuerza Central, al igual que Juan Olivares y su hermano Alejandro ambos provenientes del mundo sindical y que asumieron la lucha armada para el derrocamiento de la dictadura.Como decía, nombres de tantos compañeros que ustedes en esta sala deben estar evocando y recordando con emoción, con puños cerrados, pensando en los hechos como sucedieron, en las derrotas sufridas, en las derrotas que hay que superar y en las tareas que se nos vienen por delante.Porque finalmente, este texto está dedicado a quienes no aceptan las derrotas pasadas como definitivas y a quienes enarbolan las mismas convicciones de lucha por la justicia y la dignidad, a quienes saben que la lucha no terminó con esta mascarada de democracia que tenemos, que la lucha continúa con nuevas y nuevas generaciones de explotados, marginados, excluidos que se suman a ella y que en los escenarios actuales están resueltos a no ser furgón de cola de los intereses de los poderosos o fuerza auxiliar de intereses ajenos.En definitiva escribí este texto orgulloso de nuestra común historia de lucha y resistencia. Orgulloso de la estatura y consecuencia de nuestros compañeros caídos y sobrevivientes.



Compañeras y compañeros:

Al finalizar el texto de defensa política frente al Consejo de Guerra que me enjuició en 1981 señalé que cuando existe opresión y miseria surge de manera natural en el seno del pueblo el derecho a la rebelión. Que sepan los poderosos que no podrán seguir manteniendo eternamente su dominio, su régimen de explotación, de marginación del derecho a la vida, a la educación, a la salud, al transporte, a la vivienda de las grandes mayorías y que tarde o temprano el pueblo va a recomponer sus fuerzas, su organización, su moral de lucha, sus instrumentos para levantar con fuerzas su única alternativa de liberación. En este empeño están no pocos compañeros intentando diversos reagrupamientos de fuerzas.Quisiera terminar haciendo un llamado a recomponer nuestras fuerzas, a retomar la senda a quienes desmoralizados y confundidos por las derrotas han perdido el tranco, a agruparnos para enfrentar las luchas que se aproximan, a retomar la iniciativa en cada población, escuela, faena forestal o agrícola, en cada fábrica o taller productivo, uniendo al pueblo y a los revolucionarios para que no nos impongan un escenario electoral en que nada tenemos que ganar y levantemos la lucha reivindicativa para que los efectos de la crisis que se harán sentir principalmente el próximo invierno, no sea el pueblo pobre quien la pague.Y como hemos estado hablando de memoria, hablando ahora del presente hay que decir claramente, como dice una vieja canción: Aquí nada termina compañeros, aquí cada día es continuar.Gracias compañeras y compañeros.¡A retomar la iniciativa en la lucha popular!



Pero si un día me demoro,

no te impacientes,

yo volver mas tarde.

Será que a la mas profunda alegría

me habrá seguido la rabia ese día,

la rabia simple del hombre silvestre,

la rabia bomba, la rabia de muerte,

la rabia imperio asesino de niños,

la rabia se me ha podrido el cariño,

la rabia madre, por dios tengo frío,

la rabia es mío, eso es mío, solo mío...

(Silvio Rodriguez)


Libro de ex lider mirista destapa episodio vinculado al caso Frei envenenado por la dictadura pinochetista
Guillermo Rodríguez Morales cuenta en su libro que un médico del hospital penal le informó que presentaba síntomas de envenenamiento por Botulina. En 1981, y mientras se encontraba recluido en la Cárcel Pública de Santiago, el ex jefe de las Milicias de Resistencia Popular del MIR, Guillermo Rodríguez Morales, fue envenenado con toxina botulínica. El atentado estuvo vinculado con la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva y es una de las piezas del puzzle que investiga el juez Alejandro Madrid.
En su nuevo libro, “Destacamento miliciano”, el “Ronco”, como es conocido desde que ese atentado le causó un daño irreversible en sus cuerdas vocales, cuenta ese y otros episodios de los años más duros de la lucha contra la dictadura de Pinochet. Aquí presentamos un fragmento del capítulo 12, “Envenenamiento”.
Después del consejo de guerra llegó cierta normalidad. Inanimado fue puesto en libertad porque no pudieron probar ninguna conexión. Adalberto iniciaba la batalla legal que casi un año después le permitiría lograr su libertad, apoyándose en lo acordado: él estaba presionado y había facilitado su casa y su vehículo bajo amenazas. Para mí era el comienzo de largos años en prisión.Habiendo estado ya encarcelado, sabía que la clave para mantenerse bien es organizar el tiempo en prisión, dejando espacios para trabajar, estudiar, hacer deportes y por supuesto, para la actividad política. Seguía siendo llamado por diversos tribunales para declarar en los procesos que se habían incoado en mi contra.
Un caso especial fue la magistrado Canales, que aceptó tomarme declaración respecto al castigo injusto al que me había sometido Gendarmería en los días previos al consejo de guerra, y que recibió de mi parte la información de la red de gendarmes y reos que estaba trabajando para la CNI.Esto último se produjo casi de manera fortuita. Ahumada y Yáñez estaban a punto de salir del país expulsados cuando este último encontró un escondrijo lleno de papeles, copias de informes que alguien enviaba dando cuenta de la actividad de los presos políticos, de las visitas y de los abogados que nos atendían. Luego que mis compañeros fueran puestos en libertad, me dediqué a observar quién acudía al escondrijo. Finalmente logré identificarlo: se trataba de Marshall, un ex oficial de las FFAA, participante de un conato sedicioso contra Allende, convertido a la sazón en delincuente habitual. Él era el informante que había perdido sus papeles.Se estableció la denuncia pública y la jueza Canales abrió un expediente que recogió una nueva denuncia de mi parte. No recuerdo exactamente cuándo fue, pero a mi visita concurrió una mujer joven, hermosa, que me cuenta que es hermana de un detenido desaparecido. Trae de regalo una torta. No le creo mucho su historia y, como la situación es evidentemente sospechosa, la torta va a parar a Codepu, institución que la manda a analizar con resultados ilógicos: se trata de una torta común cuya cobertura contiene insecticida. Quizá fue una forma de aviso de alguien, de lo que ocurriría días después.
Aproximadamente a inicios de noviembre llegaron a la galería dos hermanos detenidos por supuesta vinculación con el MIR: Ricardo y Elizardo Aguilera Morales, quienes se sumaron a la "carreta" que manteníamos con Adalberto.Hacia el día 11 de noviembre me correspondió cocinar. Era un turno con mucho para comer: durante la mañana habíamos tenido visita y, además de las frutas, golosinas, ensaladas y frutas en conserva, recibimos los alimentos llevados por nuestras familias, en particular lo que llevaba mi madre. Ella había comprado un gran trozo de carne, del cual separó una porción para enviármela por el sistema de "biombo". Esto consistía en entregar por una ventana especial los alimentos a un gendarme, quien los revisaba y luego los entregaba al gendarme a cargo de cada calle y galerías, para que finalmente llegaran al destinatario.Recibí la carne y cociné una cazuela, que acompañamos con las frutas cocidas que había preparado la madre de los hermanos Aguilera. Durante la tarde, luego de terminar el turno de cocina y regalar la comida que no usaríamos a un reo común, fui a jugar fútbol a la cancha y a conversar con Patricio Reyes, mi enlace con los restantes presos políticos.En el entretiempo me senté a un costado de la cancha para conversar con Patricio. Éste comenzó a poner caras raras y me pedía a cada momento que le repitiera lo que decía porque yo estaba hablando muy enredado. Seguimos conversando, encendí un cigarrillo y súbitamente comencé a darme cuenta que estaba viendo las cosas de manera distorsionada. Le pedí a Patricio que hiciéramos una pausa, me tendí unos momentos y, cuando me enderecé y traté de hablarle, me di cuenta que mi lengua estaba rara, que no podía articular bien. Patricio me acompañó de regreso a las celdas y encontramos a Adalberto vomitando y con agudos dolores. Reyes fue a ver a Elizardo y Ricardo, encontrándolos en similar estado. ¡Habían envenenado la comida! ¡Se hacía urgente lograr atención médica! Patricio regresó al interior del penal dando la voz de alarma, mientras nosotros nos hacíamos lavados estomacales con lo que teníamos a mano: detergente y mucha agua. Los reos comunes comenzaron a golpear las puertas en señal de llamada a la guardia interna. No llegó nadie durante la tarde ni la noche, a pesar de que todos los días la guardia interna pasaba la cuenta de la tarde y nos encerraba celda por celda. Los presos comunes gritaban, encendían fogatas y golpeaban las latas de las puertas, pero nadie aparecía.
Comenzó una noche siniestra: a poco de que oscureciera comenzaron a atacarme dolores y puntadas estomacales que me dejaban sin aliento, y tomé bidones de agua con detergente para provocar más vómitos y de cierta manera "lavar" los intestinos, operación que repetía con mis compañeros. Los dolores eran atroces. A pesar de todo, sentía que estaba un poco más entero que mis compañeros y podía caminar, pensar a ratos. Pero a medida que avanzaban las horas los desmayos y pérdidas de conocimiento se sucedían. El recuerdo de los hechos se hacía borroso, las secuencias también.Siento que convulsiono, que mi estómago manda mi cuerpo y mi mente. Duermo uno o dos minutos y despierto sacudido por espasmos, por vómitos. El estómago se contrae con tal violencia que me deja sin respiración y caigo tendido, rendido tras cada convulsión, pero no puedo mantenerme despierto. Las dolorosas contracciones se repiten una y mil veces. Siento que los presos comunes siguen gritando, golpeando las latas, y que deambulan por una calle que tiene todas sus celdas abiertas. El último espasmo es descomunal y me hace caer del camarote, sacudido por arcadas y movimientos del cuerpo que no logro contener. Luego no sé si pierdo el sentido o me duermo.Despierto. La luz del sol me hiere los ojos.
Es mediodía y algunos reos me van arrastrando hacia la enfermería. A medio camino, frente a la entrada de las visitas, un hombre detiene la caravana: el doctor Almeyda, de Codepu, que nos revisa a la pasada y grita discutiendo con alguien, indignado. Me doy cuenta que el alcaide del penal está con él, pero no puedo saber más porque pierdo la conciencia nuevamente.Ahora estoy en la enfermería del penal. Un auxiliar paramédico me desnuda y me pone una especie de bata o camisa del penal. Luego toma los signos vitales, me conecta un suero y se va. Al mirar las camas ocupadas recién caigo en cuenta que somos seis los envenenados, que hay dos reos comunes entre nosotros. Logro hablar con Ricardo Aguilera, quien, con voz jadeante y entrecortada, confirma: es claro, estamos envenenados y han pasado casi 20 horas y no hemos recibido ningún tratamiento específico. Estamos intentando hilar la conversación, entre dos personas que a duras penas se expresan, cuando, frente a nuestros ojos, uno de los reos comunes comienza a hacer contorsiones increíbles, abriendo los ojos de manera desmesurada, y finalmente desde su tórax se eleva un bulto, una pelota, y queda inmóvil, en silencio final.
Ricardo reitera que todo está muy claro: nos envenenaron, nos niegan la atención médica y vamos a morir. Quizá por el mismo envenenamiento, por el cansancio, por la noche agotadora que hemos pasado entre vómitos, piruetas y contorsiones, reaccionamos a la muerte de nuestro compañero de prisión con calma y tranquilidad. No sé si lo dije o lo pensé en el momento, pero desde ese instante había que guardar el máximo de energía y calma para aguantar el auxilio esperado.Cae la tarde y recién ingresan a la enfermería gendarmes y practicantes. Ahora ellos corren y gritan que llegó una ambulancia, que deben llevarse a Adalberto y al reo común. Trato de concentrarme y guardar las fuerzas, porque para mí es obvio que es un intento de asesinarme directamente. Está claro que envenenaron la carne que había traído mi madre, está claro que no quisieron prestarnos atención a tiempo, está claro que si el doctor Almeyda se ha hecho presente en el penal es porque ya la noticia se ha extendido por todo Chile y que de alguna manera, familiares y defensores de los derechos humanos están luchando para que se nos preste atención médica. Nueva irrupción del grupo corriendo y gritando. Ahora se llevan a los hermanos Aguilera y quedo solo en la enfermería, mirando el cadáver del muchacho que había recibido la olla de comida. Cae la tarde cuando vienen por mí. Rechazo la camilla y salgo caminando hasta el patio de carga. Detrás de mí, gendarmes portan el cadáver del fallecido y al llegar a la ambulancia me engrillan atándome al muerto. Voy tranquilo. No reclamo por lo que han hecho. Me imagino que luego declararán que se murió en el camino, salvando la responsabilidad del alcaide que claramente está coludido en la operación. ¿Cómo se explica sino que hayan envenenado la carne? ¿Cómo se explica que no nos pasaran la cuenta y no nos encerraran en la noche anterior? Pensaba que me llevarían a un centro médico. Craso error. La ambulancia entra a la Penitenciaría de Santiago, quizás en un nuevo intento por retrasar la atención médica. Me conducen al segundo piso de una construcción que recién identifico como el hospital penal y un doctor sale a mi encuentro. De corbata, muy bien vestido y formal, huele a colonia. Tiene entre 50 y 60 años, usa gafas, se ve seriamente preocupado. Me toma los signos vitales y sin vacilar me pregunta si yo soy el jefe mirista recientemente condenado por el consejo de guerra. Respondo que sí y para mi sorpresa se presenta formalmente diciendo que es el doctor Meric, que ha sido acusado injustamente de ser colaborador de la DINA, que ésta es su ocasión de demostrar que no es así y que él cree que hemos sido envenenados con botulina.
¿Qué es la botulina? ¿Vamos a morir?, pregunto sin tomar en cuenta su relato.Explica en detalle que la botulina es una bacteria que se produce en ambientes sin oxígeno; que en el pasado era común ver estos casos, cuando no existían los procesos industriales para la conservación de alimentos, pero que hace diez años no hay casos similares en Chile. Luego explica que requerimos un antídoto y tratamiento en centros asistenciales que tengan UTI o UCI, porque la toxina ataca al sistema nervioso y vamos a quedar paralizados, sin capacidad de respirar y posiblemente con ataques al corazón.Con dificultades, porque ahora me hierve la sangre de indignación, articulo las preguntas: ¿Y ustedes tienen ese antídoto? ¿Ustedes tienen una UCI o una UTI? Responde que no, que están haciendo lo posible para que seamos trasladados a diversas postas porque necesitamos respiradores y no se sabe de la existencia de stock del antídoto. Está claro que siguen ganando tiempo, que se escudan en las formalidades de la institución. Camino hacia la sala donde están el resto de mis compañeros. Adalberto está inmóvil y no responde a estímulos, aunque respira bien. Ricardo y Elizardo están calmados, tendidos en sus camas, despiertos. No veo al preso común. ¿Por esto es que no me condenaron a muerte? ¿No querían asumir de manera pública y explícita el fusilamiento de un resistente y recurrieron a este método asesinando de paso a cinco personas más?
El año 2004, veintitrés años después de estos acontecimientos, en la oficina del juez Alejandro Madrid quien investiga la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva encuentro respuestas.Existió una Brigada del Ejército especializada en la guerra bacteriológica. El juez ha logrado individualizar a quien compró las cepas de la toxina botulínica en Estados Unidos, ha logrado identificar quien transportó este producto en avión comercial, violando todas las reglas internacionales de tráfico aéreo, y ha logrado identificar quien recibió el producto. Quedan, a esta fecha, identificar claramente los objetivos, aun cuando la hipótesis más probable es que trataron de "matar dos pájaros de un tiro": probar la efectividad de la bacteria botulínica a los compradores de la sustancia que a su vez estaban vendiéndola a los ejércitos de Irán o Irak que preparaban en ese tiempo sus arsenales, y a los que ya habían acordado vender aviones y bombas de racimo, negocio turbio que terminó con varios oficiales chilenos muertos , y por otro lado, golpear a la Resistencia Popular, matándome de esa forma, ahorrando el precio político del costo de haberlo hecho en el consejo de guerra.

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